entrevista

Esto es parte de una entrevista a Martín Kohan, doctor en Letras, escritor y docente. Me pareció interesante. La entrevista no está en la red. "Cuando empiezo a hablar de literatura, me entusiasmo; es uno de los tres temas que prefiero en el universo".

-¿Cúando y cómo empezó su formación como escritor y lector?
-En la infancia. Lo que yo tomo como decisivo en por qué le tomé el gusto a leer y escribir es que a mí me gustaba mucho estar solo. Porque son actividades muy solitarias. En este sentido, casi todas las actividades sociales desalientan la lectura. No es cierto que haya un estímulo social a la lectura. La vida no está diseñada para leer, la vida está diseñada para interrumpirnos con el teléfono, internet, los amigos, la familia. Entonces en el día a día, lo que uno tiene que hacer es diseñar estrategias para desactivar la interrupción. Sin el gusto por ese momento de repliegue donde uno renuncia a los demás y se pone aparte, no se forma el lector ni el escritor.

-Los alumnos en sus clases ¿pueden leer cualquier libro?
-No, de ninguna manera. No estoy de acuerdo con esa idea que dice que "no importa qué, pero que lean". Si un texto es un mal texto y está mal escrito y un personaje está mal trabajado, la escuela no lo tiene que admitir. Y no creo que el camino que empieza con un mal libro algún día termine en Borges. El mal libro suscita el deseo de otro mal libro. Creo que la escuela tiene que formar un lector que rechace un libro cuando está mal escrito; como pasa con la música cuando uno "pone cara" si algo suena desafinado. Y hay libros que desafinan de punta a punta.

-¿Cómo le enseñaron literatura en el colegio secundario?
-Lo primero que un docente transmite es la pasión por su objeto. Los estudiantes pueden no saber nada de nada, pero de profesores saben muchísimo. Lo primero que captan, de manera infalible, es si hay o no una relación de pasión entre esa persona y su objeto. Si uno asiste a esa pasión, algo de eso se contagia. Entonces, en el caso de mis profesores de literatura, algunos dictaban la materia más administrativamente, pero tuve por ejemplo una profesora en tercer año que terminó de decidir mi vocación y sobre todo, vi que alguien podía, en su vida, pararse en la literatura y que el resto del universo girara en torno a eso.

-Hoy hay un fuerte predominio de la idea de que la escritura es ante todo expresión y creatividad. ¿Qué opina de eso?
-Hay una especie de prejuicio hedonista que dice "vos entregate, disfrutá y contá lo que te nace". Para el desahogo está muy bien, pero si lo que quieren es escribir literatura, hay que esforzarse, hay que trabajar, y eso no excluye el disfrute. Los textos muy excepcionalmente brotan y salen. En general hay que volver, corregir, ver lo que no funciona, y esa parte laboriosa no deja de ser disfrutable. Con la lectura pasa lo mismo. Leer demanda esfuerzo. Hay una concepción social generalizada ligada necesariamente con el entretenimiento y con la escasa exigencia: "el libro que te lleva". El libro de a ratos te lleva y de a ratos tenés que remar vos. Y otra cosa. Me parece necesario que se abandone ese sentimiento tan culposo en la educación cuando toca corregir. Si un alumno confundió a un personaje con este otro, cometió un error. Cuando corregís no estás reprimiendo su ser, no estás coartando su libertad de expresión, no estás mutilando su creatividad: le estás enseñando, lo cual no habilita, claro, a la descalificación de los estudiantes. Yo creo que en el fondo a muchos alumnos les gustaría que les enseñaran a escribir bien.

Es autor de Dos veces junio y Ciencias morales.

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