Cuando voy a un concierto en teatro suelo pedir butaca en los pisos altos, en tertulia si fuera posible. El sonido sube y se escucha mucho mejor, un placer si la acústica del teatro acompaña. También suelo cerrar los ojos cuando escucho música que me gusta, siento, percibo más y puedo andar la melodía de cada instrumento (incluso de la voz humana) extrayéndolo del todo. El movimiento 6 del concierto Mytodhea es tan maravilloso que vale la pena -hagan la prueba- escucharlo con los ojos cerrados.
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